lunes, 24 de marzo de 2014

¡Ese es mi hijo!

Es esa parte de nuestra vida que no podemos elegir. Ese grupo al cual no importa que tanto logremos en el mundo, siempre terminaran corrigiendote por el mas mínimo detalle que no lograste como ellos querían. Son esas personas que por mas adulto, independiente y maduro que seas jamás te dejaran de decir: “Hay mijito, estas bien güey”. Que no importa si eres el mejor abogado del mundo, graduado con honores y medalla conmemorativa, jamás le podrás ganar a la frase más poderosa en cualquier juicio: “iPorque soy tu madre y lo digo yo!” Y que sin importar cuánto les demuestres que estás listo para el futuro, siempre te jalaran de las greñas porque creen que el camino que tomaras te llevara directo a un hoyo. (Aceptémoslo, mas de una vez te han salvado de un buen madraso)



Esas son las familias, personas con las que hemos pasado TODA nuestra vida. Individuos que aunque a veces nos avergüencen, hacen de nuestras reuniones un sin fin de historias y accidentes (literalmente). Y que sin importar cuánto insistamos en que son desconocidos para nosotros, siempre gritaran: "!Ese es mi hijo!" en tus presentaciones del cole.

Pero así como nos hacen pasar momentos de vergüenza, humillación, vulnerabilidad y de más vergüenza, sabemos que ellos y solo ellos irían a agarrarse a chongasos con la maestra de geografía por no aceptarnos la maqueta del sistema solar que hicimos con coditos hasta las 2 de la mañana. Sabemos que solo ellos nos darían el amor más grande del universo con un solo abrazo cuando tu ex novio se fuera con la golfa de su vecina e incluso, dejando bien en claro la frase: “Nambe mija, ni estaba TAN guapo”. Que sin importar que hora sea, ellos se levantarían de sus camas solo para llevarte al doctor por el moco que traes atorado en la nariz, o en caso de tener abuela, para preparar sus famosísimos remedios caseros (que más bien parecen brujería) y curar al bebe consentido.


Además, no importa que tan feo bailes, cantes, o estés; o si sientes que quedaras soltero toda la vida, compartiendo casa con 12 gatos y comiendo helado todo el día. Ellos siempre estarán ahí, esperando el día en que decidas encontrar a alguien para poderle enseñar ese álbum en donde sales pompis para arriba en una alberca de barney. Siempre esperaran para verte volver a casa y retacarte con comida. Y no importa que pueda pasar, ellos siempre estarán ahí, dándote su amor incondicional para levantarte de las orejas con el mundialmente conocido: “Te paras o te chingo”.

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